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GUÍZAR, ALEMÁN Y FIDEL

César Augusto Vázquez Chagoya
15 de octubre de 2006


Rafael Guízar y Valencia ya es santo a partir de este 15 de octubre de 2006 para los católicos de todo el mundo. El originario de Cotija, Michoacán, nació para ser santo. Antes de que muriera el 6 de junio de 1938, entre la estructura eclesiástica se hablaba y se escribía de que era un misionero ejemplar y un santo. Cuando el 28 de mayo de 1950 fue encontrado incorrupto, la noticia dio la vuelta al mundo, constituyéndose en un fenómeno religioso de los más importantes del mundo.

Según fuentes oficiales, acudieron este 15 de octubre cerca de 7 mil mexicanos a la ciudad de El Vaticano donde se encuentra el papa Benedicto XVI para presenciar la santificación de Guízar. En Xalapa, donde están enterrados los restos de Guízar (y donde fue el quinto obispo de Veracruz), visitaron en una semana la catedral más de 100 mil personas y 15 mil el día de su santificación, donde los fieles soportaron la inclemencia de la lluvia desde la tarde del día 14 de octubre.

Pero esta fiesta católica fue politizada por quienes se suben a los momentos gloriosos de Veracruz, como si sintieran que el no tener un lugar preponderante, no serán parte de la historia, aunque la pisoteen.

Por todos es sabido que el ex gobernador Miguel Alemán Velasco es uno de los grandes benefactores de la iglesia católica. Es pública la amistad de la familia Alemán con el Arzobispo Primado de México, Norberto Carrera Rivera. El ex mandatario recibe una invitación para estar presente en la misa oficial en El Vaticano porque es el hijo del gobernador Miguel Alemán Valdez, quien según abrió los templos después de la persecución en contra del clero veracruzano en 1937, lo cual no es cierto.

La guerra cristera que se dio en el país la inició el presidente Plutarco Elías Calles en 1926. La confrontación entre el gobierno federal y los católicos terminó en 1929. Emilio Portes Gil, presidente de la República en 1929, llega a los acuerdos de paz con la iglesia católica mexicana y El Vaticano. Muchos prelados no estaban contentos con el acuerdo, pero Guízar, con su espíritu pacifista, manifestó que era preferible la paz y seguir su labor pastoral y acataba las órdenes de La Santa Sede.

El obispo de Veracruz, para salvar a su familia de que los metieran a la cárcel, en la guerra cristera se entregó a las autoridades y fue expulsado del país el 23 de mayo de 1927, viajando a los Estados Unidos, Cuba, Guatemala y Colombia, regresando el 16 de mayo de 1929. Su asentimiento con los acuerdos por la paz, demostraba un corazón alejado de los rencores.

En 1928, asume por segunda vez la gubernatura Adalberto Tejeda, quien el 16 de junio de 1931 (para combatir el fanatismo del pueblo) emite la ley 197, donde decretaba que por cada 100 mil habitantes habría un sacerdote católico y en el estado en ese tiempo éramos un millón 300 jarochos, así que según Tejeda habría en la entidad 13 sacerdotes, incluyendo a Guízar. Claro que el obispo de Veracruz se opuso al Gobierno del Estado públicamente, que hasta precio le pusieron a su cabeza. Tanto así que entre 1931 y 1937 se dieron los siguientes hechos violentos:

Bomba en la catedral de Xalapa con varios fieles heridos el 6 de marzo de 1931. La quema de las iglesias de La Pastora, Medellín, Los Naranjos y Salvador Acajete. El atentado al gobernador Tejeda en el Palacio de Gobierno y la muerte de su agresor el 25 de julio; en la tarde hombres armados entran al templo de La Asunción en el puerto de Veracruz, matando al padre Darío Acosta, de Naolinco, e hiriendo al sacerdote Alberto Landa. También Herón Proal, líder sindical, presionaba a los jueces federales a no conceder amparos a los sacerdotes, para que no los detuvieran por ejercer su fe como lo había ordenado su obispo.

Posteriormente, matan en un café de México a Manlio Fabio Altamirano, candidato de la revolución para gobernador, de filiación tejedista. Lo sucede Miguel Alemán Valdez en 1936 y en el clímax anticatólico llega a Orizaba el 7 de febrero de 1937, cuando la policía suspende violentamente una misa en una casa particular y mata a la joven Leonor Sánchez, hija de un obrero textil, por lo que se suspendieron los trabajos en las fábricas y cerca de 20 mil personas abrieron los templos y establecieron guardias para evitar que los volvieran a cerrar.

El gobierno de Veracruz cedió, pero no fue por la decisión de Alemán ya siendo gobernador, sino porque hubo factores que favorecieron a Guízar de 1931 al 37: Adalberto Tejeda en 1934, es candidato a la Presidencia de la República en contra del candidato de Plutarco Elías Calles, el michoacano Lázaro Cárdenas, paisano de Guízar y Valencia. Cárdenas expulsa del país al principal anticlero católico Plutarco Elías Calles. Después de los sucesos en Orizaba en 1937, Guízar y Valencia arreglaba todo directamente con el presidente Lázaro Cárdenas. Todos los templos se abrieron, con los sacerdotes que hubiera como quería el obispo, que en su vida logró ordenar gracias a su seminario a cerca de 100 curas.

Así que la “Ley de Tejeda” que limitaba a los sacerdotes católicos, no fue derogada por el gobernador Gonzalo Vázquez Vela (32-36) ni tampoco por Miguel Alemán, tanto es así, que Guízar y Valencia regresa a Veracruz hasta septiembre de 1937, pero al parecer sólo para despedirse de sus fieles, ya que se sentía mal por su diabetes, males cardiacos, etc. A fines de ese año estuvo a punto de morir en Córdoba, pero se recuperó el día de los Santos Inocentes. Regresó muy mal a la Ciudad de México y murió asistido por el obispo de Chihuahua, su hermano Antonio.

Aclarado lo anterior, y de acuerdo a documentos de la iglesia católica y otras publicaciones, nunca hablan como benefactor al gobernador Miguel Alemán Valdez en la época de la persecución, y la invitación para que su hijo el ex gobernador Miguel Alemán Velasco asistiera a la santificación de Guízar, trajo consecuencias políticas. El gobernador Fidel Herrera Beltrán anunció que no asistiría al Vaticano alegando que estaría pendiente de las lluvias en Veracruz, al igual que su esposa Rosa Margarita, pero asistirían en su representación sus hijos Rosa, Fidel y Javier Herrera Borunda.

Herrera Beltrán, con su experiencia, sabe que Alemán Velasco al parecer todavía cree que sigue siendo gobernador de Veracruz y busca por todos los medios tratar de opacarlo en su terreno, y esos son el empresarial y la iglesia. Todavía se recuerda que en la reunión de empresarios en Veracruz provenientes de los estados que colindan con el Golfo de México, se apareció de última hora.

El año pasado trajo su dichosa “Cumbre de Hombres de Negocios” que nada ha aportado a Veracruz, donde si bien asistió David Rockefeller, no tuvo la presencia de Emilio Azcárraga y Carlos Slim. Enojado porque ahora sí le costo su evento de su bolsillo, anunció que este año la cumbre de negocios se efectuaría en Monterrey, donde sí saben valorar.

Fidel, ducho en sacar ventajas de las desventajas, se quedó en Xalapa. Fue a la catedral donde está enterrado el santo. Abrió de par en par el palacio de gobierno para que pudieran entrar los feligreses católicos. Convocó a los “tamaleras que hacen tamales” para darles de comer con atole en el parque Juárez. Puso fuegos pirotécnicos y después de la santificación llegaron hasta mariachis.

La importancia de la presencia en la tumba de Guízar y Valencia, era que desde el edificio de enfrente, el Palacio de Gobierno, se le persiguió hasta su muerte, cuando le ordenaron al Vicario General Pedro Castillo y Landa, que en el velorio y entierro no permitirían (el gobierno de Alemán Valdez) actos tumultuarios y violentos.

La llegada del gobernador de este Veracruz moderno y plural a la Catedral de Xalapa cerca de la una de la mañana de este 15 de octubre, simplemente era un reconocimiento de un gobernante en funciones a la labor pastoral de Guízar. Fidel no podía pedir disculpas en nombre de los revolucionarios, pero con su actitud humilde dijo todo.


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