4 de abril 2006
Cirilo Rincón Aguilar, perteneciente a una familia de políticos de Martínez de la Torre, apenas inició sus actividades como director de Prevención y Readaptación Social, y ya tuvo su primer desencuentro político a raíz de las declaraciones de la presidenta de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, Nohemí Quirazco Hernández, quien señaló que “no había voluntad política para resolver los problemas en los reclusorios”.
La declaración de la ex secretaria general de Gobierno se daba en el marco de que días antes se daba a conocer, que tantos ayuntamientos como dependencias del Gobierno del Estado, hacían cada día menos caso a las recomendaciones de la CEDH de Veracruz.
Cirilo Rincón Aguilar, con apenas 4 días de haber tomado posesión, y aunque la crítica de Quirazco no era contra él, se pone el saco y le responde a doña Nohemí argumentando que “ella no había hecho nada a favor de los reclusorios cuando estaban a su cargo”, y la contestación de Rincón Aguilar sonó más a revancha personal, ya que él había sido el primer secretario particular de Nohemí Quirazco en la Secretaría de Gobierno, y por problemas de carácter entre ellos, Cirilo salió de la dependencia, además de que como se recordará, los reclusorios desde el principio del alemanismo, los controló el subsecretario de Seguridad Pública, Alejandro Montano Guzmán.
Ya desde unos inicios preocupó la desavenencia de Cirilo en contra de Nohemí, porque ambas dependencias deben estar muy unidas para resolver los graves problemas de violaciones de los derechos humanos en los reclusorios.
El 3 de abril vino el motín de Tuxpan donde Cirilo, sin investigar a fondo, después de que el director Mario Asdrúbal Pérez Barrera había renunciado, y se había cesado al subdirector Pablo Hernández, dice que “afortunadamente” los dos funcionarios se habían ido, cuando hay claras evidencias de que los celadores o custodios fueron los reales organizadores del motín en contra de sus superiores, como se demuestra cuando no hubo ningún celador secuestrado, porque simplemente estaban en el exterior del reclusorio y los rebeldes sólo agarraron a Pablo Hernández García, subdirector y jefe de custodios.
Los presos también retuvieron a los 18 empleados del juzgado, al cual quemaron casi en su totalidad (archivos, máquinas, mobiliarios) y nadie va castigar a los reos rebeldes porque ese fue el acuerdo para que todo volviera a la calma, pese a que se perdieron expedientes judiciales y hay que ver qué dice el Tribunal Superior de Justicia, porque el secretario de Seguridad Pública, Juan Manuel Orozco, como Cirilo Rincón, no son jueces, ni Ministerios Públicos para exonerar a nadie. Si Mario Asdrúbal y Pablo García cometieron delitos, eso lo determina una investigación ministerial. ¿Cómo se quiere poner orden o “mano dura” si no se hace todo con las reglas de la ley?
Hay que recordar que tanto el secretario de Seguridad Pública, como Rincón Aguilar, son empleados del poder Ejecutivo y están cometiendo los delitos de usurpación de funciones y abuso de autoridad. Simplemente, en 5 horas fueron Ministerios Públicos y jueces.
¿Lo anterior no merece una investigación? ¿Por qué los celadores querían sacar a sus superiores? ¿Qué negocios no podían hacer el autogobierno que hay en el penal y los custodios, conociendo lo escrupuloso que es Mario Asdrúbal en el manejo de los recursos públicos? Pero no todo ha sido malo en el bautizo a Cirilo Rincón, porque ordenó que el próximo sábado, el encargado del Departamento Político, Ezequiel Castañeda Nevares, y personal técnico, se presenten con los internos para saber quiénes tienen derecho a preliberaciones, que han sido objeto de entrada de dinero sucio a los funcionarios de la Dirección de Prevención, porque se vendían a altos precios.
No es fácil el control de los penales, más en los 22 que existen en Veracruz: hay autogobiernos, incluyendo el de Tuxpan, en donde nunca se señaló su participación en el motín, así como la de los celadores. Peleando no es como se van a resolver los problemas de los reclusorios.
