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PABLO ¿CUÁNTOS MUERTOS MÁS?
César Augusto Vázquez Chagoya
28 de marzo de 2006



El centro del poder petrolero era Minatitlán. Felipe Mortera Prieto era el dirigente máximo a nivel nacional. Nunca pensó que negarle al apoyo para un puesto de elección popular a Fernando López Arias con el tiempo le costara el liderato. Periodista honesto, Jorge Salinas Aragón, desde las páginas del “Sotavento” atacaba el cacicazgo de Mortera. El mejor hotel y cafetería era el “Trópico”, donde los minatitlecos, para soportar el calor, jugaban al dominó y ajedrez, con el inseparable “lecherito” o el famoso “express” inventado por los ingleses.

Jorge Salinas Aragón llegaba del camión de Coatzacoalcos enfrente del hotel Central (donde estuvo recientemente arraigada Ana Carolina Morales Aguirre), después de escribir en el “Sotavento” de Don Alfonso Grajales Gómez. Como siempre paso a saludar a los conocidos en el café (Del Trópico, ahora en ruinas, propiedad de Javier Gómez y Isabel Morales Aguirre) y se dirigió a su casa ubicada atrás del parque, pero a casi 100 metros del café, entre la calle Bolívar e Hidalgo, (que cerró Pablo Pavón para sus negocios) un solitario cobarde lo acribilló por la espalda.

Todos los medios de comunicación de ese 1959, le echaron la culpa a Felipe Mortera y en la misma sección 10 de petroleros, cobijados en el “Frente Liberal Sindicalista”, al frente de Apolinar Jiménez Regalado, Rafael Cárdenas Lomelí y Sergio Martínez Mendoza, quitaron a Mortera del liderazgo nacional que Cárdenas Lomeli ocupó; Sergio Martínez Mendoza se quedó a cargo de la sección 10, pero convertido en el verdadero poder.

Jiménez Regalado, el verdadero líder, se murió cuando estalla el avión que lo llevaría de viaje a Poza Rica. Terminando el liderazgo nacional de Cárdenas Lomeli, se la entregaron a Samuel Terraza Sozaya, de la sección 30 de Poza Rica, como era el convenio de rotar las dirigencia entre las tres zonas del país; inclusive, Joaquín Hernández Galicia, de la zona norte, estuvo de acuerdo que en 1970 fuera Senador por Veracruz Samuel Terrazas Sozaya, aunque fuera de Michoacán, y el estado se quedara sin Senador a raíz del “congelamiento” de Rafael Arriola Molina.
Sergio Martínez Mendoza, indio zapoteco de Tehuantepec, con una inteligencia innata, logró aglutinar a todos los grupos dentro del sindicato de la sección 10 en Minatitlán y también controlaba las secciones hasta Chiapas. Heriberto Kehoe Vincent, controlaba la zona centro en Poza Rica, y Joaquín Hernández Galicia la zona norte en Ciudad Madero. El pacto se rompió por el asesinato de Heriberto Kehoe y la intriga de Joaquín Hernández Galicia al presidente López Portillo, diciéndole que “Sergio no sembraba” para el Sistema Alimentario Mexicano, y vino la orden del Presidente de quitarlo, sólo que Sergio Martínez, aparte de bravo, tenía el respaldo absoluto de todas las secciones de la zona sur y vendió cara su salida, poniendo como condición que quedara en su lugar Sebastián Guzmán Cabrera, en ese tiempo, dirigente estatal de la CTM.
No fue fácil para Sebastián sostenerse en el liderato ante el creciente poder de Joaquín Hernández Galicia, pero contrario a lo que hizo Sergio Martínez Mendoza, puso tiendas de consumo y apoyo para sembrar. Sus fieles seguidores: Ignacio Hernández Berrueco (hoy funcionario del gobierno de Veracruz, el hoy diputado federal Pablo Pavón Vinales, y los conocidos hermanos Pedro y Raúl Salinas Aragón.

A Pablo lo hizo alcalde en 1982, y a Hernández Berrueco lo convirtió en síndico segundo y después dos veces alcalde. A Pedro Salinas, diputado local; y Raúl lo traía como su secretario particular.

Entre las tantas embestidas de “La Quina”, metieron a la cárcel a Raúl por venta de plazas. Era el anuncio de la caída de Sebastián, pero el hombre de “Chivela” Oaxaca, con experiencia política, se sostuvo hasta lo último, hasta que en 1988, “La Quina” lo amenaza de muerte si no pone Sebastián sonido y templete para el mitin de Cuauhtémoc Cárdenas en el Parque Independencia de Minatitlán, en su campaña de oposición al PRI para la Presidencia de la República.

Entonces se produjeron dos avionazos: el primero, cuando el gobernador de Veracruz, Fernando Gutiérrez Barrios, en la noche abordó un avión en El Lencero de Xalapa hacia Tampico, Tamaulipas. A su llegada lo esperaba Joaquín Hernández Galicia. Platicaron casi sobre la escalinata del avión del Gobernador y el mensaje era claro: “Soy tu amigo, pero no te metas con el sistema”. Esa misma noche regreso el Gobernador a Veracruz. Testigos de ese viaje, viejos amigos de Gutiérrez Barrios.

El segundo, fue donde viajaba el jefe de guardias del gobernador Gutiérrez Barrios, de El Lencero a Minatitlán, y de repente las hélices se pararon y tuvieron que aterrizar de emergencia en la recta de Cerro Gordo. El templete se le puso a Cuauhtémoc en Minatitlán. No habían llegado los enviados del gobernador. No tardaría Joaquín Hernández Galicia, “La Quina” en saber de su error. Carlos Salinas de Gortari ganó la Presidencia y como secretario de Gobernación nombró a Fernando Gutiérrez Barrios.

El 10 de enero de 1989, un comando del ejército y de la Policía Judicial Federal, a “La Quina” lo sacaba en calzoncillos de su casa en Ciudad Madero, y junto con otros lideres, fue llevado preso a México. Sebastián Guzmán Cabrera, ese día había ido a su rancho que le regalara Heliodoro Merlín Alor. Solo, caminaba, mirando el ganado y el pasto. Ya nadie lo seguía ni lo frecuentaba. Doña Gabina, su esposa, se llenaba de gusto de echarle en cara en dónde estaban sus amigos, entre ellos Pablo Pavón Vinales.

Qué repelar con la mujer, su compañera de toda su vida. En su lugar en el liderato local había quedado la gente de “La Quina”: Wilfrido Martínez Gómez, enemigo suyo de toda la vida. Los acompañantes y asesores de Wilfrido eran José Luis Almanza y Jorge Wade González. No había vuelta del destino para Sebastián, como le había sucedido a todos los demás lideres. La muerte o el olvido.

Sólo que Wilfrido Martínez era un hombre de palabra y sin rencores, defendía las posiciones de su sindicato. Incrédulos ese 1988, los enviados del gobernador escuchaban que la propuesta de los “quinistas”, era a favor de una gente de Sebastián: Ignacio Hernández Berruecos para presidente municipal. Era la única petición de Sebastián para retirarse y Wilfrido era el encargado de cumplir la palabra, aunque le cayera mal.

Palabra de honor sí la tuvo Wilfrido, quien también cayó ese 10 de enero de 1989 y ahora vive retirado cuidando su rancho y es feliz abuelo. Cayendo “La Quina”, volvió a revivir el ostracismo político Sebastián Guzmán Cabrera, quien se volvió a rodear de Hernández Berrueco y Pablo Pavón Vinales. Después, Sebastián llegó al liderato nacional y liquidó las tiendas de consumo y ranchos con José Luis Almanza. A Pablo lo hizo dirigente de la sección 10 y diputado federal. A Berrueco y a Almanza los hizo alcaldes.

Una historia poca conocida, es que Hernández Berrueco le pide en ese tiempo a Sebastián que no meta a la cárcel (por “quinista”) a Carlos Romero Deschamps.

Quién sabe qué le hizo Sebastián a Pablo Pavón Vinales, a quien deja como dirigente máximo de la sección 10, pero el ahora líder ya nunca lo visitó en su casa, a pesar de que se estaba quedando ciego por la diabetes. Pablo, hasta el pasado día de Muertos, fue a rendirle honor al panteón a su benefactor Sebastián Guzmán Cabrera, pero antes no lo bajó de ratero (el día de la muerte de Sebastián, el gran ausente en el funeral y el panteón fue precisamente Pablo). A su compañero de luchas, Ignacio Hernández Berruecos, lo desdeña a “traidor” por ser amigo de Carlos Romero Deschamps, y lo cambia por los consejos de Javier Gómez e Isabel Morales Aguirre.

Las historias de traiciones no terminan. Sergio Martínez Mendoza, el mejor líder petrolero que ha existido en Minatitlán (a pesar de que se opuso a que e hiciera el Tecnológico de Minatitlán), murió pobre, administrando cantinas para mantenerse, cuando en su tiempo de poder, le bañaban hasta el perro. Sebastián, sólo con su familia y nadie lo visitaba. El destino de Pablo no se sabe, aunque el poder no es eterno.

Para decir algo a su favor, fue de lo mejor la primera vez que fue alcalde. Después de que le dejó el liderazgo Sebastián, se llenó de rencor y nadie sabe porqué. Contrario a su forma de ser y de respetar a las bases, hizo diputado federal a su hermano José Luis, quien por cierto hizo buen papel como gestor.

Después, se junta con el matrimonio Gómez Morales y se pierde de las bases. A su comadre la hace síndico de Minatitlán y a su hija Damara dirigente del Frente Juvenil Revolucionario del PRI, cuando era partidario de ganarse los cargos con el esfuerzo.

Se dice que Pablo Pavón Vinales traicionó a su gremio, porque los que somos de Minatitlán sabemos que nadie del sector popular puede ser alcalde si no es petrolero, y la única vez que ha perdido un petrolero la presidencia de Minatitlán, fue con Jorge Wade en 1997, frente al comerciante Amado Guzmán García, por el PRD. Coincidentemente, Wade González fue gente de Wilfrido Martínez, el “Quinista”. Ahora, Wade González, siendo secretario de la Sección 10 y amigo de Romero Deschamps, lo mandan de candidato a diputado federal, cuando todos en Minatitlán sabemos que el buen hombre no puede viajar a México constantemente porque ha sufrido infartos al corazón.

Ahí viene el cuento de la comadre de quien si se iba a la oposición o era suplente de Jorge Wade. Los “berrinches” de aquel 2004, cuando quemó credenciales y camisetas del PRI porque no la hacían síndica y que al final se cedió. Ahí están los desplantes contra Wade, que ya suena a estrategia para finalmente aceptar la suplencia y velar la salud del todavía líder de la Sección 10 de petroleros. Ahí, están las agresiones contra Raúl Morales Cadena, hechura y casi hijo del líder Pablo Pavón. Hasta dónde estamos llegando.

Minatitlán, es una ciudad grande, pero como pocos pueblos, las clases sociales casi no existen. Todos asistimos a nuestras fiestas y a nuestros entierros, gracias al impacto cultural de los pueblos del istmo de Oaxaca. Es tiempo de rectificar caminos.


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