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ROSAS PARA MARÍA ENRIQUETA
César Augusto Vázquez Chagoya
31 de octubre de 2006


La curiosidad mató al gato. Pasaba y pasaba por el panteón de Coatepec y siempre está abierto. “¿Qué estos muertos no descansan?” nos preguntamos. La historia inevitablemente nos llevó a entrar al panteón. Buscábamos la tumba de la gran poetisa María Enriqueta Camarillo de Pereyra (1872-1968). Pensábamos que estaba en la entrada principal, donde se ubican los muertos de las familias viejas de Coatepec, pero no. Al inicio del panteón, viniendo del centro, hay una entrada nueva y ahí está la gran tumba para una gran coatepecana.

La tumba de María Enriqueta está abandonada. Unos malosos le robaron las cadenas que rodeaban el mausoleo. Contrasta con su estatua que existe en el parque de la cafetera ciudad donde se le llama “la hija pródiga”: los del ayuntamiento sólo se fijan en lo que se ve, pero no donde están sus restos. En los días de estos festejos a los muertos, limpiaron todo el panteón y también el área donde está la poetisa, pero casi todo el año luce descuidado.

El parque de Coatepec es muy bello. Tiene kiosco con una cafetería famosa por sus helados y café. Rodean al centro de diversión unos macetones que contienen en apariencia unas hojas verdes y al fijarse usted detenidamente, son orquídeas, unas de las flores más bellas del mundo que florecen cada año.

Volvemos al panteón coatepecano. La intriga del porqué se mantiene abierto las 24 horas del día. Casi al lado de la tumba de María Enriqueta están ubicadas las oficinas de los que administran el lugar, que casi no se les encuentra, porque andan arreglando tumbas por contrato. Es decir, el ayuntamiento les paga un sueldo y se ayudan haciendo trabajos particulares. Más vale, si usted es de Coatepec, que les dé el trabajo a ellos o a un albañil amigo, sino le ponen trabas, aunque el personal con los desconocidos son amables y llegan a ser sentimentales y más cuando muere un niño.

En este lugar, con tumbas tan viejas que significan su historia, se ven actos de amor como todos los panteones de México. Es llamativa una tumba de una niña que murió a los 3 años, al que su madre todos los días le va a llevar rosas frescas. La tumba, es bella y moderna. Parece un escaparate para que ud contemple lo sublime y lo doloroso que es perder un hijo y tener recursos económicos. Usted contempla desde una rejilla, muñecas, un oso, dulces, globos, flores, corazones, etc. Bella la tumba, ante un amor que nunca se extingue. Nadie se prepara para ver morir a un hijo. Para los padres de esta niña infortunada no existe los días de muertos, porque con sus actos todos los días viven con ella.

La importancia de que esté la tumba de Maria Enriqueta Camarillo en Coatepec, es que ella bien podría estar en la rotonda de los ilustres en México. Nacida el 19 de marzo de 1872, muere en el Distrito Federal el 13 de febrero de 1968. Concertista profesional, escribió durante su vida muchos cuentos, pero lo que la llevo a la gloria fueron “Rosas de la Infancia”, que fue adaptado como texto en las escuelas primarias del país. Muchos niños, ya hasta ancianos, crecieron ante la hermosa imaginación de Maria Enriqueta.

Cuando murió la coatepecana, el gobierno federal que presidía Gustavo Diaz Ordaz, le rindió homenaje en el Palacio de Bellas Artes en México. Siendo gobernador de Veracruz, Fernando López Arias, éste ordenó que fuera recibido su cadáver con todos los honores y le hicieron un homenaje en la Escuela Normal Enrique C. Rebsamen, por sus aportes a la educación nacional. Su entierro en Coatepec ha sido de los más concurridos de su historia. Por todo lo que hizo Maria Enriqueta (muchas escuelas llevan su nombre) cada año un grupo de damas de Coatepec, le realizan un homenaje y hasta tienen un museo dedicada a ella, que casi siempre está cerrado.

Coatepec es una localidad con ciudadanos muy cultos y tradicionalistas. Como en pocas partes, se produce mucho pan. Los días de muertos se celebran desde el día 28 de octubre y culminan el 2 de noviembre. Un día para los matados, los ahorcados, ahogados, los niños, los grandes, los que no pudieron nacer, etc. En estos días, cada familia por tradición hace tamales y se los regalan entre ellos. Se hacen las ofrendas a los muertos como todos lados en Veracruz y se llevan las coronas según el tipo de muerte de sus difuntos.

Por todo lo anterior, es imperdonable que las autoridades mantengan descuidada la tumba de Maria Enriqueta, la hija más grande de Coatepec, aunque es rico en tener hombres y mujeres destacados en todas las ramas de la actividad humana (al lado de la tumba de María Enriqueta está del arquitecto Armando Bravo, quien participara en la edificación del Palacio de Gobierno de Veracruz). La madre de la niña que todos los días visita la tumba y le lleva alegría con rosas, que tenga la seguridad que María Enriqueta Camarillo, al pesar del olvido en que la tienen, todas las noches la duerme con sus “Rosas de la Infancia”.

¿Por qué el panteón de Coatepec no cierra nunca, como un caso raro a nivel mundial? No es porque los muertos no descansen. Lo que pasa es que alguna autoridad del pasado permitió que lotificaran el fondo del panteón, y era su única salida y entrada es la misma que hacen los muertos para llegar a su último descanso. En la actualidad, ya existen dos entradas más, que tampoco se cierran.

Una niña lavaba una tumba; su casa está casi al pie de la misma. Se le preguntó si no la espantaban. La niña, sin levantar la vista, mientras restregaba el granito de la tumba, contestó: “A mi nunca, pregúntale a mi mamá”. ¿Espantarán?






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