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PROYECTO AMATLÁN
César Augusto Vázquez Chagoya



La noticia fue desapercibida porque estábamos entrando al año nuevo. Muchos en vacaciones no leen nada y casi nadie se quiere salir del sueño de las fiestas navideñas para entrar a la realidad de la "cuesta de enero". Fue el 1 de enero cuando se anunció que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), a través del Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria, otorgó al penal veracruzano de Amatlán la más alta calificación nacional con el 8.27 de calificación. El segundo lugar se lo llevó el CERESO de Parral, Chihuahua, con 8.26; y el tercer lugar el CERESO de Costa Sur, en Jalisco.

La importancia de la noticia es que todos los CERESOS del estado fueron diagnosticados y los únicos que aprobaron después de Amatlan (localizado en la zona centro de Veracruz, cercano a Córdoba) fueron el de Pacho Viejo, con 6.61 de calificación; el de Coatzacoalcos, con 6.57; Ozuluama, con 6.44; Poza Rica, con 6.39; Cosomaloapan, 6.20; y Tantoyuca, con 6.11. Los demás 17 penales, aunque no bajaron de la calificación de 5, todavía tienen tareas que hacer. La más baja calificación nacional se le otorgo al penal de La Angostura, en Sinaloa, con 2.05.

¿Quiénes han hecho posible el estar en los primeros lugares de política penitenciaria? Creíamos que andábamos muy mal en este aspecto pero los números duros dicen que no es así. La supervisión de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos era integrada por 19 miembros y dos del consejo estatal. 22 expertos realizaron el diagnóstico, checando todas las áreas, platicando a solas con los internos, etc.

Este autor escéptico a la noticia prefirió asistir al penal, por lo que solicité por escrito al director de Prevención, Cirilo Rincón Aguilar, y se me fue otorgada para el sábado 20 de enero. Nos acompañó el delegado jurídico, el tuxpeño y licenciado Ezequiel Castañeda Nevares. Nuestro ingreso al penal de Amatlan empezó a las 11 horas y terminó a las 15 horas.

Pasamos la primera revisión externa ante miembros de la Secretaría de Seguridad Pública. La segunda fue la interna a cargo de los celadores. Un tercer filtro fue cuando se nos pidió nuestra identificación para poder ingresar al área administrativa, donde nos esperaba el director Ernesto González Rodríguez, originario de Martínez de la Torre. Con él estaban los integrantes del Consejo Técnico, quienes son los que manejan todas las áreas de reclusorio y tuvimos la oportunidad de platicar con ellos.

En la dirección sobresalen dos retratos: la del gobernador Fidel Herrera Beltrán y la de su esposa Rosa Margarita Borunda de Herrera. En tono de broma, manifestamos si ya estábamos reviviendo a la pareja presidencial, a lo que Ernesto contestó firmemente: "No es así. Sería injusto que el retrato de la señora no estuviera porque es la impulsora principal de las preliberaciones y pago de fianzas". Agregó: "Todos los días vienen aquí muchos presos por diferentes motivos, pero cuando se les dice que van a salir preliberados o porque una institución pagó su fianza por intervención de la señora del gobernador, lloran y se persignan".

En ese contexto se empezó la plática con el Consejo Técnico, integrado por profesionistas de todas las áreas, hombres y mujeres, pero lo que nos llamó poderosamente la atención fue lo jóvenes que son. Una platica sin barreras, abierta, porque les manifestamos nuestro asombro de que se diera el primer lugar en Veracruz y que nos daba gusto que, siendo nuestros escritos muy críticos al sistema penitenciario, alguien por lo menos nos hubiera demostrado lo contrario, y como todavía no nos tragamos la "píldora", ese era el motivo de nuestra visita.

En la plática con cada uno de los encargados de las áreas del reclusorio, nos dimos cuenta que este equipo formado en el 2003 tiene una mística, entrega a su trabajo y cada caso era tratado en su dimensión social. Una readaptación social cuenta muchos factores, pero sin duda la familia, las parejas, grados de educación y sobre todo la esperanza de salir algún día libres.



Existen 670 internos y la capacidad de Amatlán es para 1050. Hay casi 300 empleados entre profesionistas, custodios, cocineros etc. Usted podría suponer que casi un empleado por recluso, pero no es así porque el penal es muy grande. No hay hacinamiento, cada reo tiene su cama, colchón, ropa de cama, etc. Ellos no se hacen su comida, ni lavan su ropa que es un uniforme caqui del penal y ahora será naranja.

En el lugar no les falta el agua y toman agua purificada. En el penal de Amatlán, o La Toma, como está casi en un hueco no entran los celulares. La tienda no la controlan los presos, sino la administración. Casi la mitad de los presos están ocupados en los talleres de costura, artesanías, hacer muebles, desvenadora de chiles y un pequeño grupo tiene un huerto a lado del campo de fútbol.

La mitad también está en la escuela, donde ya llegaron las carreras profesionales a través del IVEA. En este, como en otros penales de Veracruz, ya hay presos que en vez de que sus familiares les lleven dinero, ellos aportan al sostenimiento de su familia en el exterior. No se ha efectuado ninguna fuga, se han suicidado dos, han nacido 5 niños. Se han detenido a 8 personas queriendo introducir droga, etc., pero lo mejor estaba por pasar.

Pedimos recorrer el reclusorio ubicado en 18 hectáreas. En el área médica se sorprende uno porque tiene todo para ser un hospital. No hay un quirófano en la región como en este reclusorio: tiene rayos X al que le faltan líquidos para revelar, laboratorio, área de maternidad, capacidad para 18 enfermos encamados. Había dos enfermos en ese lugar, con ataques de angustia. Lloran sin motivo, cargan tantas cosas internas por su reclusión.

Las instalaciones médicas cuestan más de 150 millones de pesos; el equipo médico se está sugiriendo que se aproveche más para dar consultas a mujeres y niños de los lugares vecinos, donde son aproximadamente 10 mil personas, pero no se ha podido hacer porque le falta la licencia para el manejo de desechos hospitalarios. Por lo pronto, personal de CERESO está yendo a las escuelas para dar orientación a los niños de primarias, secundaria y preparatoria para prevenirlos de los delitos y adicciones.

En este recorrido nos encontramos al famoso "Comandante Olivares", al que trasladaron del penal de Allende por los disturbios que se daban. Está aislado y es el principal comprador de "bichos", a los cuales los encapsula en plásticos para llaveros o dijes. Hace pulseras y collares con semillas de café. "¿Dónde está la cama de agua, la televisión, las grandes viandas y las mujeres?", se le preguntó al famoso preso.

"Mire", contestó, "soy vegetariano y en este reclusorio son muy carnívoros, así que lo como son frijoles y verduras que hacen en la comida diaria si hay; sino puros frijoles. Como ve, aquí está mi cama y ni radio tengo. Gano poco con mis artesanías, que es el trabajo más mal pagado que he tenido, pero el más honrado. ¿Mujeres? Me acabo de casar. Me la paso haciendo ejercicio con unas pesas que hice con botellas de plástico".

Parecía interminable el recorrido. La encargada del área educativa manifestó que tiene 4 aulas, pero necesitan 2 más. También en la biblioteca se necesitan libros de novelas y de superación personal, especialmente de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, que les gusta mucho a los reclusos. Los cuatro módulos de dormitorios están limpios y cada quien tiene su cama, aunque se percibe la humedad del edificio por la época del año.

Cuando llegamos a servicios generales, otra sorpresa: este reclusorio tiene planta de tratamiento de aguas residuales que no tienen ni los mejores hoteles del puerto de Veracruz, y un pozo profundo propio. Fuimos a la cocina donde todo se maneja con mucha limpieza por personal contratado para ellos. Sobresale la cámara de refrigeración para verduras y carnes, donde se observan dos pavos que sobraron de la cena de fin de año y las estufas de primer mundo, al grado que llegan a hervir 50 kilos de fríjol en tan sólo dos horas.

En la panadería, hay equipo moderno donde se hacen hasta pizzas, los bolillos, así como la tortillería donde se les da en cada alimento 8 piezas por preso. Existen máquinas enormes para lavar los uniformes que entregan los reclusos por módulo. Tienen un almacén más organizado que cualquier dependencia del gobierno.

¿Qué creen que nos encontramos? Una pequeña planta para purificar agua que tiene capacidad para 200 garrafones por hora. La dirección ya pidió autorización de que se pueda comercializar para dotar de agua barata y sana a los poblados cercanos.

Esto es a grandes rasgos los 8.27 puntos de calificación que obtuvo el penal de Amatlan o La Toma: toda una ciudad donde se manejan vidas y es rete harto difícil conseguir ese grado de eficiencia y eso sólo se logra cuando los equipos de trabajo están coordinados.

¿Por qué no alcanzaron el 10? Tal vez porque, como toda organización humana, hay fallas, pero también hay que tomar en cuenta las deficiencias. En la entrada falta un módulo para que se revise a las mujeres y en otro a los hombres por parte de elementos de seguridad pública. No funcionan los aparatos para detectar metales. Todavía se hacen las revisiones manuales, aunque respetuosos de las mujeres que son parejas de narcotraficantes recluidos.

Pese a las deficiencias solucionables, Amatlán alcanzó el primer lugar nacional en Derechos Humanos y Readaptación, que ya constituye un acicate para los demás reclusorios de la entidad y pone en el ojo a los actuales directivos que tienen que mantenerse, superarse o quedarse.

Este primer lugar tiene héroes, desgraciadamente no podemos poner los nombres de los casi 300 empleados, pero sí a sus directivos:

Ernesto González Rodríguez, director; Segundo Caballero Solano, subdirector; Evi Ruiz González, subdelegado administrativo; José Elías Burgos Romero, subdirector técnico; Héctor Maldonado Romero, subdirector de seguridad; Irene Ortega Polanco, subdelegada jurídica; Roxana Gutiérrez Pérez, área educativa; Franco Ríos Nieves, terapia ocupacional; Eva Cuellar Tejeda, área psicológica; Juan Carlos Herrera Nieva, criminología; Marina Serena Carrillo, trabajo social; Gema Candado del Alba, psiquiatría; Miguel Ángel Palacio Cruz, área medica; Enrique Campos Hernández, servicios generales; Jesús Bonota Torres, recursos materiales; Felipe Morales de la Rosa, recursos humanos; Víctor Pavón Pavón, intendencia; y Mauricio Cortés Méndez, mantenimiento, control y comunicaciones.


Al despedirnos, les preguntamos a los miembros del consejo técnico. ¿Ya vino Cirilo a reconocerlos? ¿Ya vino el gobernador a felicitarlos? "No, pero no es necesario, porque es nuestro trabajo".















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