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César Augusto Vázquez Chagoya
5 de enero 2005

OTRA VEZ ELIZABETH



“Al leer la semblanza de Elizabeth Morales García, hay que recordar que también de Xalapa nos llegó a Minatitlán Monseñor Pedro Castillo, segundo de a bordo de Rafael Guízar y Valencia, y quien ha realizado la obra social nunca superada en el municipio: colegios, hogar para los huérfanos, asilo para los ancianos; actualmente está enterrado junto con su hermana Laura en la iglesia de San Pedro en Minatitlán. Elizabeth Morales, a pesar de su juventud, ha hecho demasiado por lo demás. Ante la grandeza de sus hechos, mis palabras sólo son enanas”. Lo anterior es un correo electrónico de Patricia García Soler, quien tiene cerca de 60 años viviendo en Minatitlán, y es originaria de Cosautlan de Carvajal.

Es un gran mérito que te conozcan no por la publicidad, sino por cada acto de ayuda donde se da la sangre y el corazón, y hace como dicen los budistas, que mientras mas energía positiva emitas, tu cerebro recibe igual carga de energía positiva. En cambio, si emites energía negativa, también recibes todo lo malo. Elizabeth Morales García es un ejemplo de lo primero.

Recordando a Pedro Castillo (mientras era perseguido Monseñor Guízar y Valencia), éste recibía las notificaciones de cierres de iglesias, además de que fue advertido por parte del gobierno cuando murió el casi santo, de que no hubiera tumultos en sus funerales, pero el pueblo se impuso, desafiante a la autoridad. No hubo tumultos, sino un luto profundo para el gran “guerrillero de la fe”, quien desde Banderilla fue cargado a la catedral en el centro de Xalapa, y en ese trayecto la población católica le rindió su reconocimiento y cariño. A Pedro Castillo no lo nombraron Obispo a pesar de haber luchado codo con codo con Guízar y Valencia en la persecución cristera, y lo mandaron a la selva del sureste donde hizo una vida en beneficio de los más necesitados.

En lugar de Guízar y Valencia fue nombrado Manuel Pío, quien no salía de la hacienda de Almolonga donde Manuel Parra Mata dirigía la organización “Mano Negra”, la misma que no sólo asesinó a Manlio Fabio Altamirano en 1936, sino también a miles de campesinos con la complicidad del gobernador Jorge Cerdán. La guerra cristera ya había pasado y la iglesia se quedó callada. Esos campesinos también eran católicos, pero a ellos no se les permite ser canonizados.

Pero eso ya pasó y afortunadamente en la región de Xalapa se acabaron los rencores de una lucha inútil que sólo dejó muchos muertos y malos recuerdos, y ahora la feligresía se prepara para tener dos santos en Veracruz, sin que exista un sólo acto de agresión o de oposición. Hay plena libertad de culto y se realizan encuentros constantes entre las iglesias.

En actos de equilibrio social, a los líderes campesinos se les construyó un mausoleo en lo más alto del cerro Macuiltepetl, donde descansan sus restos; y al pie de ese mismo cerro en Xalapa, hay bustos en honor a Manlio Fabio Altamirano y Adalberto Tejeda. También hay un reconocimiento permanente al General Heriberto Jara Corona, en el señorial estadio deportivo en la zona universitaria de Xalapa, pero no existe ningún reconocimiento a Manuel Parra, ni a los Cornejo, ni a los Armenta, acompañantes por los años treinta de la “Mano Negra”.

Este columnista el pasado 30 de diciembre, como ha sido costumbre cada año, agradece a sus lectores y editores por leernos y publicarnos; escoge una historia de vida ejemplar y en esta ocasión se realizó una breve semblanza de la vida de Elizabeth Morales García, porque no conozco (hasta ahora) que alguien dedique todo su tiempo, por casi 10 años, en armar una estructura de ayuda a los más necesitados. No se necesita que alguien se muera para hacerle reconocimientos. ¿Ya para qué? Sólo alientan a sus familiares que se quedan. Por eso nace la frase: “En vida, hermano, en vida”.

A la semblanza de Elizabeth se le puede agregar que su hermano menor Mario Alejandro estudia Ingeniería en Sistemas Computacionales y lleva las mejores calificaciones de su generación. Que su padre, el economista Eligio Morales, es encargado del distrito de Desarrollo Rural en la cuenca del Papaloapan, y su madre ----, aparte de ser maestra, se especializó en dar terapias, labor que realiza junto con su hija Magali en su domicilio. La más grande, Yuyis, es premiada por sus dibujos en Estados Unidos y su mejor trabajo fue documentar la vida de un incansable luchador por los inmigrantes: Cesar Chávez. En síntesis, una familia muy unida que aporta su grano de arena, haciendo lo que saben hacer, a favor de la sociedad.

Elizabeth Morales García, con sus acciones ha beneficiado a miles de niños, mujeres y hombres, mereciendo todos los reconocimientos. Ojalá en todo el estado hubiera varias Elizabeth. Tiene razón nuestra lectora Patricia García Soler: las palabras son enanas, ante la grandeza de los hechos.

Feliz Día de Reyes.


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